domingo, 18 de julio de 2010

Meditación: Entrevista con el neurólogo Mariano Sigman





La meditación es un ejercicio de concentración que tiene que ver con la potenciación de aquello que el cerebro hace cuando aparentemente no hace nada, con amplificar el estado introspectivo.


Atrae la atención sobre los procesos internos que típicamente no acceden a la conciencia, ya que casi toda la información que uno trata vive en el subterráneo de la conciencia.

La meditación se correlaciona con muchos otros procesos cognitivos: la atención, la conciencia, la memoria y, bajo ciertas circunstancias, abre la posibilidad de actuar sobre ciertas patologías.

Mariano Sigman, Doctor en Neurociencias por la Universidad de Nueva York, es en la actualidad profesor del Departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires y del INEBA (Instituto de Neurociencias de Buenos Aires), así como miembro del Consejo Editorial de Tendencias21.

En esta entrevista, reflexiona sobre algunos aspectos relacionados con la neurobiología de la meditación, una técnica de introspección que es compartida por la mayoría de las religiones y tradiciones culturales.

¿Hay estudios de neurobiología que dan cuenta de lo que ocurre en el cerebro en el estado meditativo?

El encuentro entre la ciencia moderna y otros rasgos muy tradicionales de la cultura es curioso. Suele ser recibido con una mezcla de entusiasmo y prejuicio. Algo parecido sucede con la acupuntura, la hipnosis o aún de manera menos parecida con hongos, cactus u otras yerbas, que se han utilizado durante mucho tiempo en muchas culturas en busca de ciertos estados mentales.

Y ¿qué es lo que ocurre en el cerebro cuando se medita?

La psicología de la meditación es más evidente aún para el que no la practica que el de otros estados alterados de la conciencia. Se suele usar la metáfora de conciencia expandida y con una acepción implícita de que esta expansión es "hacia adentro".

Permite focalizarse sobre procesos que típicamente no acceden a la conciencia. Casi toda la información que uno trata vive en el subterráneo de la conciencia. El puente clásico entre lo consciente y lo inconsciente es la respiración que, la mayoría del tiempo vive en la inconciencia, pero que cada tanto (cuando estamos agitados, fatigados o cuando nos concentramos) salta fácilmente a la conciencia. Es más difícil hacer pasar a la conciencia el funcionamiento del hígado, del corazón o la temperatura a lo largo del cuerpo.

También concentrarse en otros cambios ínfimos en nuestro entorno. La meditación es un ejercicio de concentración que tiene que ver con expandir, no necesariamente el rango de lo que procesamos, sino el acceso consciente de estos procesos. La neurobiología de la consciencia empieza a estudiarse. Dicho brevemente, el cerebro salta entre dos estados coherentes casi todo el tiempo.

El primero tiene que ver con el control ejecutivo de estímulos externos. El manejo de cualquier tarea, escribir, entender, comer...
El segundo es una especie de fuente interior, introspectiva, que domina el sueño y los sueños diurnos (cuando estamos colgados, cualquiera se da cuenta después de leer una página que no ha entendido nada, que se quedó pensando en algo que emanó de adentro).

La meditación tiene que ver con la potenciación de estos estados, con amplificar aquello que el cerebro hace cuando aparentemente no hace nada. También los estados meditativos se corresponden a estados de más coherencia, lo cual es de alguna manera razonable, ya que esta coherencia entre distintos módulos tiene que ver con que la información sea unificable en un estado consciente.

¿Sucede algo similar en el cerebro en otras circunstancias, como el rezo y otras formas de concentración?

El rezo está aún menos estudiado, pero sin duda que cualquier búsqueda de relajación, de concentración, de amplificar un estado introspectivo, de relajarse y poder prescindir de ciertos estímulos que toman la conciencia casi automáticamente, evocan estados parecidos.

La hipnosis es una suerte de meditación dirigida.
También hay drogas que potencian o simulan estados meditativos. Hay culturas amazónicas que tienen gran cultura en el uso de la ayahuasca (planta sicotrópica) y la neurobiología está también, sensatamente, tratando de entender estos procesos.

¿Cómo considera la ciencia a la meditación? ¿Cómo una forma de descanso del cerebro? ¿Cómo un estado especial?

Es, como te decía antes, más bien la potenciación de un estado.
Un punto importante es que el cerebro nunca se detiene. Hace algún tiempo, Marcus Raichle, un investigador en Estados Unidos, se dedicó a entender qué es lo que hace el cerebro cuando aparentemente no hace nada. Encontró que este es un proceso activo que se opone dialécticamente a un estado ejecutivo. La meditación tiene que ver por una parte por potenciar el estado introspectivo. En una colaboración de lo más simpática entre la Universidad de Wisconsin y el monasterio Shechen, en Nepal, mostraron que budistas con gran práctica en meditación tienen un estado neuronal distinto al de los no meditadores, fundamentalmente en la presencia de ciertos ritmos y estados de sincronización que se han relacionado con la mediación de procesos al estado conciente. Esta diferencia de base se amplifica enormemente durante la meditación en proporción a la percepción introspectiva del estado meditativo.

Fuente: tendencias21.net